martes, julio 1, 2025
Ciencia y Salud

Las plantas detectan el zumbido de las abejas y, cuando lo hacen, generan más néctar


Un grupo interdisciplinario de científicos provenientes de Italia, España y Austria ha encontrado nuevas evidencias sobre la capacidad de las plantas para “escuchar” los zumbidos de las abejas y otros polinizadores, y en consecuencia, producir más néctar como parte de un mecanismo de codependencia y supervivencia.

El nuevo estudio, presentado en la 188 Reunión Conjunta de la Sociedad Acústica de América, determina que ciertas especies vegetales pueden diferenciar entre los zumbidos emitidos por polinizadores y los producidos por otros insectos que no representan un beneficio para su reproducción. Al detectar a los primeros, las plantas incrementan la producción de azúcares y néctar para atraer y retener a estos visitantes, fundamentales para su fecundación.

Francesca Barbero, profesora de Zoología en la Universidad de Turín y autora principal del trabajo, explica que “la coevolución entre plantas y polinizadores se ha estudiado principalmente a través de señales visuales y olfativas. Sin embargo, existe una creciente evidencia de que tanto insectos como plantas pueden detectar, generar y transmitir señales vibroacústicas que favorecen esta relación”.


Polilla gran esfinge morada (Deilephila elpenor)

Cada vez más investigaciones demuestran que las polillas son polinizadoras secretas y fundamentales, incluso de cultivos que alimentan a la humanidad. Ama a las abejas, pero quiere también a las polillas.


Para comprobar esta hipótesis, Barbero y su equipo reprodujeron grabaciones del zumbido característico de las abejas rojas (Rhodanthidium sticticum) cerca de ejemplares de boca de dragón (Antirrhinum majus), una planta nativa del Mediterráneo, con el fin de medir su reacción.

Las respuestas de las plantas fueron comparadas al exponerlas también a sonidos de una avispa no polinizadora y a ruidos ambientales. Los investigadores descubrieron que, ante el zumbido de las abejas, las boca de dragón no solo produjeron un néctar más abundante y con mayor concentración de azúcares, sino que también modificaron la expresión de genes clave relacionados con el transporte de azúcares y la síntesis de néctar. Estos efectos no se observaron cuando los estímulos provenían del ambiente o de insectos que no contribuyen a la polinización.

“La habilidad para distinguir a los polinizadores que se aproximan mediante sus señales vibroacústicas específicas podría representar una estrategia adaptativa para las plantas. Al responder a este tipo de estímulo —como el de un polinizador eficiente—, podrían mejorar su éxito reproductivo si sus respuestas inducen cambios en el comportamiento de estos insectos”, indicó Barbero.

Aunque ya se sabía que ciertos zumbidos estimulan la producción de néctar, ahora los científicos investigan si las plantas utilizan de manera activa los sonidos para atraer a los polinizadores más eficaces. También evalúan si la respuesta de las plantas incrementa la atracción para todos los visitantes florales (incluidos los «ladrones» de néctar) o solo para las especies de mayor valor en su cadena reproductiva.

“Nuestra hipótesis es que los cambios en el néctar observados tras exponer a las plantas a los sonidos de los mejores polinizadores aumentan específicamente la atracción de esa especie en particular. Sin embargo, para confirmarlo, necesitamos realizar pruebas que evalúen cómo diferentes concentraciones de néctar afectan la preferencia de varias especies”, explicó Barbero.

Las plantas en realidad podrían “oír” a los polinizadores

Esta no es la primera vez que se ponen a prueba las capacidades auditivas de las plantas frente a polinizadores. En 2019, Lilach Hadany y Yossi Yovel, científicos de la Universidad de Tel Aviv, demostraron que algunas especies reaccionan al zumbido de las abejas polinizadoras aumentando el dulzor de su néctar para volverse más atractivas.

Su estudio se centró en la onagra costera (Oenothera drummondii), planta silvestre que crece en las costas y parques de Tel Aviv. Estas fueron expuestas a condiciones de silencio absoluto, a grabaciones de abejas melíferas a 10 centímetros de distancia, y a sonidos generados por computadora en frecuencias baja, media y alta.



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