¿Logró sus objetivos el régimen con el desfile del primero de mayo?
LA HABANA, Cuba – Los mandamases de la continuidad castrista, con el desfile del primero de mayo en la Plaza de la Revolución, derrochando combustible y otros recursos que escatiman para asuntos vitales, consiguieron el objetivo que se propusieron: dar la impresión de un apoyo mayoritario al régimen.
Según los nada confiables (por inflados) estimados oficiales, marcharon 600.000 personas. Hace unos años, hubieran dicho que un millón. Y Granma y el NTV no hubieran tenido que recurrir a fotos de antaño y tiros de cámara cerrados para referirse al muy breve desfile.
Se sabe de las presiones a los trabajadores, del miedo de estos a señalarse como desafectos y perder los estímulos salariales, o peor aún, sus empleos.
Nadie ignora que varios millares de los participantes son movilizados sin uniforme de las FAR y el MININT o del Partido Comunista, amén de los centenares de “solidarios camaradas extranjeros” invitados para la ocasión.
En todas las tiranías totalitarias, fascistas o comunistas, hubo estas multitudinarias puestas en escena que duraron hasta la víspera del día en que se derrumbaron.
Esa multitud arreada como bueyes mansos para la coreografía oficialista de un primero de mayo donde nada había que celebrar y sí mucho que reclamar y por lo que protestar, solo demostró que entre los cubanos sigue habiendo más miedo, hipocresía y doble moral que vergüenza y dignidad.
Se sabe todo eso, pero aun así resultó asombroso que no pocos de los participantes exageraran en la simulación del júbilo. Los que arrollaron en la conga de la sumisión y la conformidad y los que le rieron las payasadas a Sandro Castro, el acaudalado y antipático principito de la corte dinástica que se mofa de su miseria, mostraron hasta qué nivel de abyección se ha llegado en 66 años de tiranía.
No son de extrañar entonces los comentarios en las redes sociales que expresan desánimo por esas actitudes y que concluyen que nos merecemos todas las penurias e iniquidades que estamos padeciendo y que no vale la pena hacer nada por la libertad que no nos merecemos.
Y ese es precisamente otro de los objetivos que se propusieron los mandamases con este desfile: desalentar, desanimar, que nos demos por vencidos en la lucha por la libertad, que nos resignemos a la perpetuidad de la dictadura.
Pero puede que esa imagen de apoyo mayoritario que quieren dar le haga más daño que bien al régimen. ¿Habrán pensado los mandamases cuantos dólares dejarán de llegar a las arcas del estado si muchos en el exilio les creen el cuento, les toman la palabra y, en vista de ese apoyo mayoritario, hartos de que el régimen los chulee, deciden dejar de enviar remesas y paquetes y que sus parientes se las arreglen como puedan y sigan en la mísera situación que tan gozosa y mansamente parecen aceptar?
Hay simulaciones y paripés que pueden a la larga resultar contraproducentes. Como esa plaza llena este primero de mayo.