Los problemas del príncipe Joaquín de Dinamarca
A pesar de que es común que la prensa danesa haga cábalas sobre lo que le cuesta al erario público mantener a su familia real, sobre todo cuando viajan de un lado a otro, esta vez ha sido un trámite administrativo el que se ha convertido en un quebradero de cabeza para el cuñado gafe de Mary Donaldson,
el príncipe Joaquín de Dinamarca
.
Y eso que parecía que ahora en
su vida todo era calma y tranquilidad. En el mes de agosto, de hecho, se le vio paseando sonriente por su patria con
su esposa, la princesa Marie
, del brazo asistiendo a la carrera automovilística que más le gusta.
La visita a su país constituía la última parada de unas largas vacaciones familiares que habían discurrido entre EE.UU y Francia. Pero la felicidad le ha durado poco al príncipe Joaquín y una de
sus propiedades danesas
es la culpable.
El príncipe Joaquín, acusado de posible trato de favor
Ahora la actualidad le da un nuevo revés con una publicación de la revista Se og HØR que afirma que
el príncipe ha recibido un trato de favor respecto a una de sus propiedades, concretamente el chalet con vistas al mar que compró en la localidad de Vedbaek y que la pareja principesca había adquirido para usarlo como «casa de vacaciones».
El problema es que la normativa danesa obliga a que los propietarios de una casa vivan en ella, al menos, 180 días al año y no no lo hacen deben alquilarla o venderla, motivo por el que
los príncipes Joaquín y Marie
solicitaron al Ayuntamiento de Rudersdal una exención de residencia obligatoria.
Para quién no lo recuerde el hermano pequeño del rey danés
vive la mayor parte del año en Washington junto a su familia, pero aún así su intención de disfrutar del chalet por temporadas recibió la luz verde del Comité de Arquitectura y Urbanismo para los próximos cuatro años, otro hecho llamativo porque ese tipo de concesiones suelen tener un periodo de validez máximo de dos años.
Según la comisión que ha llevado este caso «tanto el príncipe Joaquín como la princesa Marie se encuentran frecuentemente en Dinamarca, donde ambos desempeñan funciones oficiales» y el acta del ayuntamiento recoge el «creciente número de tareas del príncipe y la princesa con y para la Familia Real de Dinamarca». Pero desde la publicación danesa advierten de que la exención puede
haberse concedido sobre una premisa falsa porque ni el ni su esposa parecen tener más compromisos en Dinamarca de los que tenían anteriormente.
Las propiedades del príncipe Joaquín de Dinamarca
¿Necesitaba el príncipe meterse en semejante problema por un chalet? En realidad, no. Aunque es complicado saber cuántas propiedades maneja realmente la realeza danesa, seguramente son muchas más de las que las revistas de la prensa del corazón pueden llegar a descubrir. Memorable fue la vez en la que al entonces príncipe Federico se le escapó en una conversación casual con periodistas que había pasado
unos días estupendos en su chalet de los Alpes, vivienda de la que nadie sabía nada y que, a raíz de esa declaración se descubrió que alquilaba por temporadas.
El patrimonio inmobiliario del príncipe Joaquín parece haber sufrido una trayectoria parecida a la de su hermano en línea ascendente. Oficialmente posee únicamente un apartamento en el palacio real de Amalienborg, pero la realidad es que aún conserva muchas de las propiedades que poseía desde
su primer matrimonio con Alexandra Manley
y que se encuentran en la península danesa de Jutlandia, propiedades, por cierto, valoradas en millones de euros.
De hecho, cuando vendió el castillo de Schackenborg, que fue su hogar con su exmujer, recibió limpios (tras pagar la deuda que arrastraba la propiedad) la nada desdeñable cantidad de
100 millones de coronas danesas (más de siete millones de euros), al tiempo que siguió conservando los terrenos de la finca. Según publicaciones como Se & HØR aún hoy recibe dinero por la explotación de esos terrenos así como por el alquiler del resto de sus propiedades en Jutlandia.
No son los únicos alquileres que percibe: la revista Ekstra Bladet rebeló que también alquilaba por temporadas
su villa en la Provenza francesa por 34.000 coronas danesas a la semana (más de 4.500 euros). Y en 2017 vendió una de sus parcelas dedicadas a la agricultura por más de dos millones de euros, aunque aún conserva otra de las granjas que posee en la misma región. Una venta que también fue criticada en su momento porque convertía al «príncipe agricultor» en una especie de especulador inmobiliario. Parece que haga lo que haga el príncipe Joaquín nunca acierta… al menos para la prensa de su país.