triple A de alta demanda en Cuba
LA HABANA.- Algo tan trivial como dos libras de arroz puede ser noticia en el país de la eterna escasez, porque esa poquísima cosa se ha convertido en un tesoro inestimable para miles de familias que pasan hambre. El ministerio de Comercio Interior anunció que a partir del 15 de febrero comenzaría la distribución de algunos de los renglones de la canasta familiar normada correspondiente a este mes, incluyendo dos de las cinco libras de arroz que el gobierno revolucionario le debe a la población desde diciembre.
La nota especificó, además, que no se renunciará a entregar las tres libras restantes sumadas a las siete correspondientes al mes de enero, que también brillan por su ausencia. Eso sí, aclaró, “se repartirán en dependencia de la disponibilidad del demandado producto en la nación”, lo cual significa que habrá que seguir gestionando el carbohidrato básico de la dieta nacional por canales no estatales, donde el grano criollo –fangoso, a decir de los consumidores- no baja de los 250 pesos por libra, mientras que el kilogramo de grano largo cuesta, en las mipymes, entre 700 y mil pesos, según el país de procedencia. El arroz brasileño sigue siendo el más caro, seguido del uruguayo y el mexicano. En varios establecimientos habaneros también se comercializa arroz de origen tailandés, turco y estadounidense, a precios igualmente elevados.
El azúcar constituye otro producto de alta demanda, no solo como edulcorante. En estos tiempos, donde hay poco que endulzar, es socorrida por su rápido efecto “mata hambre”, sea comiéndola a pulso o para preparar el tradicional milordo –agua con azúcar- que ayuda a mantenerse en pie cuando no hay ni un pedazo de pan, otra ausencia cotidiana para los cubanos. Blanca o prieta, la gente la busca desesperadamente. Algunas mipymes, que importan el dulce al por mayor, la venden a granel, a precios que oscilan entre 350 y 480 la libra; mientras que el paquete sellado de un kilogramo se mueve entre 700 y 850 pesos en los municipios más céntricos de la capital. En barrios periféricos y repartos el precio es aún mayor.
Llama la atención que pese a lo mucho que ha disminuido la población cubana en los últimos tres años debido al éxodo masivo, los productos de la canasta familiar normada son cada vez más insuficientes y llegan con mayor retraso. La obligación -vigente desde 2023- de dar de baja en la Oficina del Registro del Consumidor a los cubanos que permanezcan por más de dos meses fuera de la isla, no ha beneficiado a quienes dependen casi exclusivamente de lo que el estado solía garantizar, mal que bien, todos los meses.
Si bien la cantidad de productos normados se ha reducido casi al mínimo, la posibilidad, insinuada en diciembre pasado por el primer ministro Manuel Marrero, de que la canasta básica subsidiada desaparezca en algún momento de 2025, espoleó el pánico en muchos hogares donde se necesita cada alimento y artículo de aseo que el gobierno distribuye en las bodegas, así sean pocos y de mala calidad. Lleguen puntualmente o con retraso, serán recibidos por esas familias como un gran alivio ante una situación de estrechez que se ha prolongado demasiado, y no parece reversible a corto o mediano plazo.
La debacle de la economía ha impactado tan dramáticamente en los hogares que, al cabo de casi siete años de empeoramiento sostenido, no es de extrañar que los cubanos hayan llegado al límite de sus fuerzas. El colapso de la sociedad se transparenta, entre otros factores, en un aumento de cuadros depresivos, ansiosos y/o psicóticos que derivan tanto de la imposibilidad de gestionar lo mínimo indispensable para sobrevivir en el actual escenario, como de la escasez de medicamentos imprescindibles para tratar enfermedades mentales.
En un contexto signado por la precariedad material extrema, la incertidumbre, la represión, el miedo y la indefensión, el consumo de ansiolíticos bate récords, en particular el Alprazolam (Xanax), cuya demanda se ha incrementado tanto que ningún vendedor cobra menos de mil pesos por un blíster de veinte tabletas. En conversaciones informales con varios de ellos, todos reconocieron que el Alprazolam es un medicamento que sale rápido, ubicándose en el top five de los más buscados.
Bajo condición de anonimato, un psiquiatra explicó a Cubanet que la situación de La Habana es profundamente complicada debido a la escasez de medicinas y su encarecimiento en el mercado negro. “El problema con los fármacos es alarmante, no solo a nivel de hospital, donde la situación es crítica, sino en las consultas. Muchos pacientes debutan con crisis de ansiedad, trastornos depresivos y brotes psicóticos. En muchos casos hay antecedentes de enfermedad nerviosa, pero en otros la sintomatología se manifiesta como resultado del ritmo acelerado en que está viviendo la gente. Esta forma de vivir que llevamos no es normal, aunque se haya normalizado. (…) Trastornos del sueño, inquietud, angustia. Se están desatando cuadros de ansiedad moderada y grave en pacientes que hasta hace poco eran sanos. Simplemente no pueden más”.
El Alprazolam se ha convertido en el sustituto natural del Clordiazepóxido, que los cubanos solían consumir para “controlarse los nervios” en circunstancias de estrés anormal. El uso del Alprazolam está tan difundido que cualquier manifestación de ansiedad, por ligera que sea, es atajada con una pastilla. “Hay quien resuelve con la mitad, pero otros se toman seis en el día y no pueden dormir”, asegura el especialista, que reconoce la utilidad del mercado negro de medicamentos ante la incapacidad del estado de proveerlos; pero a la vez se muestra muy preocupado por los precios, excesivos para un número importante de pacientes, sobre todo de la tercera edad.