sábado, julio 19, 2025
Ciencia y Salud

Un gen que crea súperbacterias se propaga con rapidez y podría traer una nueva era de enfermedades incurables


Un gen bacteriano que ha comenzado a propagarse en hospitales y granjas de al menos seis países podría hacer que algunas de las infecciones más comunes se vuelvan “prácticamente incurables” en un futuro cercano. Así lo advierte un nuevo estudio encabezado por científicos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

La investigación se centró en el análisis del gen conocido como npmA, identificado por primera vez hace poco más de dos décadas en una cepa de Escherichia coli en un hospital de Japón. En aquel entonces, se comprobó que esta alteración genética confería resistencia a los aminoglucósidos, una familia completa de antibióticos utilizados comúnmente en tratamientos clínicos.


Paquetes con coloridas píldoras y cápsulas sobre fondo beige.

Un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet calcula el impacto de la resistencia a los antibacterianos en las próximas décadas, revelando que podría matar a casi dos millones de personas al año desde 2050.


El nuevo trabajo, que contó con la participación de expertos de siete instituciones, entre ellas el Wellcome Sanger Institute de Cambridge, el Instituto Pasteur de París y centros de investigación en Países Bajos y Australia, concluye que esta variante ha cruzado fronteras mediante un mecanismo inusual de resistencia que puede transferirse entre distintos grupos de bacterias.

Tras examinar casi dos millones de genomas bacterianos alojados en la base de datos internacional AllTheBacteria, los investigadores detectaron que el npmA, originalmente presente solo en bacterias gramnegativas, ha aparecido también en microorganismos grampositivos, en una nueva forma denominada npmA2.

Esta variante fue identificada en Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, Australia, China y Francia. Destaca su hallazgo en el linaje ST11 de Clostridioides difficile, una bacteria asociada con infecciones intestinales graves y frecuentes en entornos hospitalarios. Asimismo, se detectó en dos cepas de Enterococcus faecium resistentes a la vancomicina, aisladas en un hospital de los Países Bajos.

El estudio también logró describir el mecanismo que permite la diseminación de este gen de resistencia. De acuerdo con los autores, npmA2 está vinculado a un transposón compuesto denominado Tn7734, un fragmento genético que puede desplazarse e insertarse en diferentes regiones del ADN bacteriano.

El Tn7734 tiene la capacidad de integrarse en los llamados elementos integrativos y conjugativos (ICE, por sus siglas en inglés), como el recién caracterizado Tn7740. Estos ICE son segmentos de ADN más extensos que, además de moverse dentro de una célula, pueden transferirse entre diferentes especies bacterianas, facilitando así la propagación horizontal del gen npmA2.

Aunque la variante aún no se ha identificado en todas las bacterias portadoras de Tn7740, los investigadores alertan sobre su posible expansión, ya que este elemento ha sido hallado en múltiples especies, incluyendo aquellas que forman parte del microbioma humano.

El gen que aviva las preocupaciones sobre la resistencia bacteriana

Bruno González-Zorn, jefe de la Unidad de Resistencia a los Antibióticos de la UCM y director del estudio, declaró a Europa Press: “El npmA2 es como un fantasma: casi nadie sabía de su existencia y, sin hacer ruido, ha empezado a aparecer en distintas partes del mundo y en bacterias que ya son difíciles de controlar”.

Los resultados de esta investigación, publicados en la revista Nature, advierten que los elementos genéticos móviles descritos podrían acelerar la propagación de la resistencia a los aminoglucósidos entre diferentes patógenos clínicos, lo que representa un serio peligro para la salud pública global.

Ante este panorama, los científicos subrayan la urgencia de fortalecer la vigilancia genómica sobre bacterias resistentes y ampliar el estudio de los mecanismos que permiten la transmisión de genes de resistencia en ecosistemas microbianos complejos. González-Zorn concluye con una advertencia contundente: “Si no actuamos ya, nos abocamos a una era donde una simple infección vuelva a ser mortal”.

La resistencia bacteriana a los antibióticos es una preocupación creciente a nivel internacional. La Organización Mundial de la Salud estima que las infecciones resistentes provocan cerca de 1.3 millones de muertes anuales en todo el mundo. Por su parte, el Grupo de Coordinación Interorganismos sobre Resistencia a los Antimicrobianos advierte que este fenómeno se encuentra entre las diez principales amenazas para la humanidad. De no adoptarse medidas eficaces, se proyecta que hacia 2050 las muertes anuales por infecciones farmacorresistentes podrían superar los 10 millones.



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