Un nuevo estudio sobre el Alzheimer sugiere algo sorprendente: los taxistas serían menos propensos a padecerlo
Para muchos, los riesgos laborales son una cruda realidad cotidiana. Sin embargo, también existen ventajas únicas asociadas a ciertos trabajos. Por ejemplo, conducir un taxi todo el día puede parecer una ocupación aburrida y estresante, pero trae consigo un beneficio peculiar: una especie de protección contra el Alzheimer, proporcionada por el entrenamiento adicional al que se somete el hipotálamo al navegar por las caóticas rutas de la ciudad.
Esto sugiere un artículo publicado en la revista The BMJ por un equipo de investigadores de Harvard, que analizó la mortalidad por Alzheimer en 443 categorías profesionales, gracias a los certificados de defunción de más de nueve millones de personas.
La historia de los taxistas londinenses
Los taxis negros de Londres son quizá los más famosos del planeta. Para ser taxista londinense, hay que superar una de las pruebas profesionales más difíciles del mundo: se le conoce como The Knowledge, y obliga a los aspirantes a memorizar las 25,000 intrincadas calles del centro de la ciudad, un área de seis millas alrededor de la interjección Charing Cross, así como los principales lugares de interés y las rutas más cortas para llegar desde cualquier punto.
Para convertirse en una especie de «Google Maps humano», los taxistas londinenses estudian una media de entre tres y cuatro años antes de poder aprobar The Knowledge. Y al hacerlo, sobreentrenan su hipocampo, la estructura cerebral responsable de nuestra capacidad de orientación. Un estudio de principios de la década de 2000 demostró, mediante imágenes cerebrales, que esta parte del cerebro tiende a ser más grande de lo normal en los taxistas de Londres.
¿En qué se relaciona esto con el Alzheimer? El hipocampo es también una estructura clave para la memoria y suele verse afectado en las primeras etapas de la enfermedad, perdiendo volumen a medida que esta avanza. Por ello, los investigadores de Harvard se plantearon la siguiente pregunta: ¿podría el entrenamiento de un taxista ayudar a mantener a raya la aparición del Alzheimer?
¿Qué dice el estudio?
Para su investigación, los científicos estadounidenses utilizaron el Sistema Nacional de Estadísticas Vitales, una base de datos intergubernamental que contiene diversos tipos de información, incluidos los certificados de defunción, sobre casi toda la población estadounidense. A partir de este enorme registro, los investigadores analizaron los certificados de defunción de nueve millones de personas fallecidas entre 2020 y 2022. Estos documentos incluyen, entre otros datos, la causa de la muerte y la profesión del fallecido.
Así, pudieron estimar el número de muertes relacionadas con el Alzheimer que se produjeron en unas 443 profesiones diferentes durante el periodo analizado, entre ellas la de taxista y, de características similares, la de conductor de ambulancia.
De los 16,000 taxistas de la muestra, 171, es decir, el 1.3% del total, murieron por causas relacionadas con el Alzheimer. A los conductores de ambulancia les fue aún mejor: 10 muertes por Alzheimer, lo que representa el 0.74% del total de 1,348. Ajustando los resultados según la edad en el momento del fallecimiento y las características sociodemográficas, los taxistas y los conductores de ambulancia fueron las dos profesiones con menor proporción de fallecimientos relacionados con el Alzheimer de las 443 estudiadas. La proporción final fue del 1.03% en el caso de los taxistas y del 0.91% en el de los conductores de ambulancia, muy por debajo de la media observada en la población general, que fue del 1.69%.
Los resultados no son absolutos
Si se observan las tasas de Alzheimer en otras profesiones que también requieren pasar horas al volante, como los conductores de autobús, o en aquellas que implican la conducción de otros vehículos, como barcos o aviones, no se aprecian efectos protectores similares a los observados en taxistas y conductores de ambulancia. Evidentemente, esto refuerza la interpretación de los autores: ninguna otra profesión exige un compromiso tan intenso con actividades de navegación espacial, por lo que podría ser esta «gimnasia cognitiva» diaria la que proteja al cerebro.
Antes de pensar en un cambio de profesión o en empezar a hacer ejercicios de orientación espacial, conviene recordar que los resultados del estudio no deben tomarse como concluyentes, ya que se trata de una investigación observacional, no diseñada para establecer una relación causal entre las variables estudiadas. «No consideramos que nuestros resultados sean definitivos, sino útiles para generar nuevas hipótesis», explican los autores. También señalan que serán necesarias más investigaciones para establecer con certeza si el trabajo cognitivo de orientación espacial requerido en estas ocupaciones influye en el riesgo de morir por Alzheimer y si, por tanto, algún tipo de actividad cognitiva puede ser potencialmente preventiva.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.