viernes, diciembre 27, 2024
Ciencia y Salud

Los nuevos robots submarinos de la NASA buscarán vida en océanos extraterrestres


Expertos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés) han comenzado a probar un enjambre de robots submarinos diseñados para explorar el océano debajo de la corteza helada de la luna Europa de Júpiter. La intención es descubrir posibles señales de vida extraterrestres.

El proyecto se conoce como SWIM (Sensing With Independent Micro-swimmers). Contempla el diseño de una red de vehículos de exploración autopropulsados del tamaño de un smartphone. Los instrumentos buscarán biotipos en las masas subterráneas de los mundos oceánicos mediante indicadores químicos y térmicos. Se tiene previsto que todo esto ocurra en 49 sobrevuelos planeados para después de 2030.

Ethan Schaler, investigador principal de SWIM en el centro de investigación Jet Propulsion Laboratory (JPL), señala que “la gente podría preguntarse por qué la NASA está desarrollando un robot submarino para la exploración espacial. Es porque hay lugares en el sistema solar a los que queremos ir para buscar vida. Los seres vivos necesitan agua. Estos robots serán de gran utilidad para examinar esos entornos de manera autónoma”.


Ilustración conceptual sobre la exploración espacial en busca de vida alienígena

Las misiones para explorar otros mundos, como Marte o Titán, la luna de Saturno, podrían perturbar o destruir la vida extraterrestre en el proceso de su búsqueda.


¿Cómo son los nuevos robots submarinos de la NASA?

El arquetipo de los instrumentos de investigación está fabricado con plástico y ha sido impreso en 3D. Añade motores y componentes electrónicos “de bajo coste y fabricados comercialmente”, según la agencia. Es impulsado por dos hélices y cuatro aletas que le permiten tomar dirección. Tiene forma de cuña, mide 42 centímetros y pesa poco más de 2 kilogramos. Integra sensores de medición capaces de registrar la temperatura, la presión, la acidez o alcalinidad, la conductividad y la composición química del ambiente de manera simultánea. Todos estos componentes se concentran en “un chip de apenas unos milímetros cuadrados. Es el primero en combinar todos esos detectores en un pequeño paquete”, celebra la dependencia. El semiconductor se probó en un glaciar de Alaska en julio de 2023 a través de un proyecto dirigido por el JPL conocido como ORCAA (Ocean Worlds Reconnaissance and Characterization of Astrobiological Analogs).

La NASA ha puesto a prueba una serie de estos prototipos en una piscina de competencia de 23 metros de profundidad. El desarrollo demostró sus capacidades autónomas para realizar maniobras controladas, mantenerse en un rumbo, corregirlo y seguir un patrón de exploración de ida y vuelta. Los ingenieros completaron más de 20 rondas de pruebas de varios prototipos con éxito.

El equipo de desarrollo explica que “para los vuelos espaciales, los ejemplares tendrían dimensiones tres veces más pequeñas y diminutas en comparación con los vehículos científicos submarinos existentes operados por control remoto o autónomos. Contarían con piezas hechas a medida para ese fin. Emplearían un novedoso sistema de comunicación acústica submarina inalámbrica para transmitir datos y triangular sus posiciones”.

La NASA también realizó una prueba en un entorno simulado que replicó la presión y gravedad de la luna de Júpiter, Europa. Se examinó el comportamiento de un enjambre de robots de 12 centímetros de largo para recopilar datos científicos en un entorno desconocido y hostil. El ensayo permitió a los científicos optimizar los algoritmos y sistemas de autonomía para la exploración y equilibrar las capacidades de las herramientas con el área de inspección y determinar el tamaño de la red para garantizar la máxima eficiencia.

“Es fantástico construir un robot desde cero y verlo funcionar con éxito en un entorno relevante. Los autómatas submarinos son complejos en general . Este es solo el primero de una serie de diseños en los que tendríamos que trabajar para prepararnos para un viaje a un mundo oceánico. Esto demuestra que podemos construir dispositivos con las capacidades necesarias [para cumplir el propósito] y comenzar a comprender los desafíos que enfrentarían en una misión submarina en el espacio”, asegura Schaler.



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