El núcleo de la Tierra es más asombroso de lo que pensábamos: crece, cambia de forma y quizá tiene volcanes
El núcleo de la Tierra está lejos de ser un sitio uniforme, inerte y aburrido. Un análisis a una base de datos de ondas sísmicas que tomó décadas en crearse ha confirmado que gira a diferentes velocidades, crece, cambia de forma y probablemente puede tener volcanes y deslizamientos de tierra como en la superficie.
No hay máquina en el mundo capaz de acercarse al núcleo de la Tierra. A pesar de que la estructura compuesta de hierro a altas temperaturas tiene una enorme importancia para la vida en el planeta (es el responsable del campo magnético), los científicos nunca la han visto. Todo lo que se sabe del núcleo se debe a métodos indirectos de investigación, como la transmisión de ondas sísmicas.
A pesar de esta limitación, en los últimos años han aparecido nuevos descubrimientos sobre el núcleo de la Tierra. La ola de artículos científicos se originó en gran parte porque los geólogos finalmente han reunido suficientes datos para generar una imagen clara de este misterioso lugar.
Décadas de análisis de la transmisión de ondas sísmicas revelaron en 2024 que el núcleo se desaceleraba, con implicaciones para el movimiento de las placas tectónicas y las variaciones de segundos en la duración de los días. Un año después, el mismo equipo descubrió que la región del centro de la Tierra también ha transformado su morfología en los últimos 20 años. Hasta ahora, los expertos pensaban que ambos procesos no podían ocurrir simultáneamente.
El sismólogo John Vidale, de la Universidad del Sur de California, junto con algunos compañeros, reunió los datos de 168 pares de terremotos que ocurrieron entre 1991 y 2023 en las Islas Sandwich del Sur, entre Argentina y la Antártida. Esas ondas viajaron desde el cono sur hasta Alaska, atravesando el núcleo de la Tierra. Los científicos detectaron que algunas de esas ondas, las que rozaron el núcleo por sus bordes, se vieron interrumpidas por estructuras que podían variar en función del año en que se generaban.
«Eso llevó al equipo a concluir que el núcleo interno, al igual que la Tierra misma, no es una esfera regular, sino una que cambia gradualmente con manchas que suben y bajan hasta kilómetros en cuestión de años, desviando las ondas sísmicas que golpean esos lugares», explicó Vidale para Science. El sismólogo también compartió que el núcleo debería ser como la superficie de la Tierra, donde probablemente existan volcanes y deslizamientos de tierra a lo largo del límite entre el núcleo interno y el externo.
Todavía es muy pronto para ofrecer una explicación certera sobre los cambios que experimenta el núcleo de la Tierra. Sin embargo, el equipo tiene algunas ideas sólidas. Una de ellas apunta a que estos cambios están relacionados con el punto de fusión del hierro, que es de 1,500 °C. El material estaría en un proceso constante de solidificación y derretimiento entre el núcleo interno y el externo, formando constantemente nuevas estructuras. Otra hipótesis es que el hierro burbujeante se expulse desde el interior hacia el exterior, texturizando la esfera del centro de la Tierra.
“A pesar de que no han podido cuantificar el tamaño de la deformación del núcleo interno, este trabajo pone de manifiesto que pueden existir cambios simultáneos en su rotación y forma, siendo este último un aspecto que merece una investigación más detallada. Un análisis más profundo de las anomalías en la forma del núcleo interno podría llevar a reescribir la historia de su rotación con respecto al resto de la Tierra”, dijo Maurizio Mattesini, catedrático de Geofísica en la Universidad Complutense de Madrid para el portal Science Media Centre España.