¿Quién recibirá el Premio Nobel de la Paz este 2025?
Como cubano, lamento que ningún compatriota mío haya recibido alguna vez el galardón que lleva el apellido del prominente inventor sueco.
LA HABANA.- El otorgamiento de los Premios Nobel suele anunciarse en los días iniciales de cada diciembre. El proceso culmina con el galardón de la Paz el día 10. Esta fecha fue escogida para conmemorar la muerte de su creador, acaecida en San Remo, Italia, en 1896, el 10 de diciembre. Pese a que faltan un par de meses para que se haga el anuncio formal, ya el premio de este año está dando que hablar… Pero me parece conveniente abordar este tema más adelante y comenzar por algunas generalidades.
El prominente ingeniero e inventor sueco obtuvo, a lo largo de su vida, cientos de patentes por sus ideaciones diversas. Pero fue la dinamita, explosivo de uso seguro, la que le produjo los mayores beneficios económicos. Su decisión testamentaria de destinar el grueso de su cuantiosa fortuna para dotar una fundación encargada de premiar a las personas más destacadas en distintos campos de la actividad humana le aseguró la inmortalidad.
La notable antigüedad de los Premios Nobel ha asegurado que estos sigan siendo reconocidos como los galardones más codiciados del mundo. Por ejemplo, el Premio Sájarov de Derechos Humanos, que otorga el Parlamento Europeo, posee el aval de ese órgano democrático que representa a todo el Viejo Continente, pero la fama de los galardonados con él palidece ante la de quienes obtienen el Premio Nobel de la Paz, que otorga una comisión designada por el Legislativo de un solo país: Noruega.
Como cubano, lamento que ningún compatriota mío haya recibido alguna vez el galardón que lleva el apellido del prominente inventor sueco. En lo personal, estoy convencido que ello no ha sido por falta de méritos. Y conste que no me estoy refiriendo a coterráneos míos que se han destacado en la lucha contra el totalitarismo castrocomunista o en pro de los derechos ciudadanos de los cubanos. Sobre esos escribiré más adelante.
No. Me refiero, en primerísimo lugar, al médico Carlos J. Finlay. Al nacer los Premios Nobel junto con el Siglo XX, la teoría del eminente científico camagüeyano sobre el papel del mosquito Aedes Aegypti en la transmisión de la terrible fiebre amarilla había sido comprobada a plenitud. Con ese descubrimiento, nuestro ilustre compatriota no sólo determinó las vías para contener y erradicar esa grave enfermedad, sino que por primera vez en la historia de la Medicina estableció el concepto de vector biológico: un organismo vivo que, sin padecer un mal, es capaz de transmitirlo.
Sin embargo, y pese a haber vivido hasta 1915, jamás los académicos suecos le concedieron el más que merecido galardón. Y conste que no fue porque desconocieran al científico, pues este fue propuesto en siete ocasiones… Supongo que lo determinante, para esa injusta omisión, haya sido el carácter exótico del mal en cuestión, que era un flagelo de lejanos países tropicales y resultaba desconocido en la fría y culta Europa…
Otra tremenda omisión de un cubano —creo— fue la del gran novelista Alejo Carpentier. Y por supuesto que me refiero a su excelencia literaria y no a su colaboración expresa con el abominable régimen castrista (primero como “intelectual orgánico” y más adelante como diplomático). Esa complicidad —como es lógico— no despierta en mí la menor simpatía. Pero esas culpas palidecen ante sus novelas maravillosas. He leído en alguna parte que el Nobel de Literatura de 1980 (año de su muerte) le estaba destinado. Pero eso me parece un pobre consuelo…
En lo que respecta a los galardones conferidos a activistas prodemocráticos y pro-Derechos Humanos, las diferencias entre el Sájarov y el Nobel de la Paz son abrumadoras. El primero ha sido conferido a compatriotas nuestros en tres ocasiones: el ingeniero Oswaldo Payá (2002), las dignas Damas de Blanco (2005) y el licenciado Guillermo (Coco) Fariñas (2010). El segundo, jamás.
Al menos en el caso de la América Latina, los legisladores noruegos han mostrado predilección por los activistas de ideas izquierdistas: Son los casos del argentino Adolfo Pérez Esquivel (1980); la guatemalteca Rigoberta Menchú (1992), de quien a posteriori se ha documentado que su “autobiografía” (que impulsó su candidatura) está plagada de mentiras y tergiversaciones; y el colombiano Juan Manuel Santos (2016), quien desconoció la voluntad de sus compatriotas expresada en una consulta popular, y orquestó una “paz” caracterizada por legisladores no electos por el pueblo y antiguos guerrilleros (acusados asimismo de narcotráfico) que gozan de virtual impunidad.
También lo han recibido el costarricense Óscar Arias Sánchez (1987), a quien tuve el honor de conocer en persona cuando el régimen castrocomunista aún me permitía viajar al extranjero; don Óscar es socialdemócrata, y también una persona decente, que elaboró un para poner fin a las crueles guerras civiles que devastaban Centroamérica Algo parecido puede decirse de Alfonso García Robles (1982), quien se desempeñó como secretario de Relaciones Exteriores bajo la “dictadura perfecta” del PRI ( Partido Revolucionario Institucional). Fue galardonado por su labor en el Tratado de Tlatelolco, el cual estableció América Latina y el Caribe como una zona libre de armas nucleares. A diferencia de los tres anteriores, estos dos últimos han sido premiados por actividades de carácter no interno.
Pero ya es hora de regresar al tema del Premio Nobel de la Paz, cuyo ganador deberá ser anunciado el venidero 10 de diciembre. Un fuerte aspirante es el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. El actual inquilino de la washingtoniana Casa Blanca se ha mostrado muy activo en la búsqueda de vías para lograr la paz en diversas zonas conflictivas del mundo.
Como cabía esperar, los logros alcanzados por él en ese arduo empeño han sido heterogéneos. Por ejemplo, su propósito de alcanzar el cese de hostilidades en la Ucrania invadida por las ansias imperiales del dictador ruso Vladimir Putin no ha tenido éxito.
Mas hay otro conflicto importante (el que se desarrolla entre Israel y la organización terrorista Hamás), en el que se vislumbra un resultado bien diferente. ¡El plan de 20 puntos presentado por Donald Trump para la Franja de Gaza ha logrado algo que parecía imposible: él ha sido aceptado tanto el gobierno de Israel como por Hamás!
En particular, esta última organización ha aceptado la condición de liberar a los rehenes civiles israelíes que secuestró durante su brutal incursión del 7 de octubre de 2023, que condujo al actual enfrentamiento bélico. Por su parte, el Estado hebreo ha aceptado cesar la ofensiva que ya había iniciado contra la ciudad de Gaza. Se trata —creo— de logros de una importancia histórica innegable, y que están ligados de modo indisoluble al actual Presidente estadounidense.
Veremos qué anunciará el portavoz de los legisladores noruegos dentro de un par de meses. Ya sabemos que Donald Trump no es objeto de devoción entre algunos sectores, pero opino que sería escandaloso que en Noruega le negasen el reconocimiento que merece .